
Por Elías Cedillo Hernández
CEO & director general de Grupo Be IT y Buro MC
En la actualidad se ha deja de hablar que la ciberseguridad es un gasto operativo, para convertirse en una inversión estratégica clave. Las organizaciones enfrentan un entorno cada vez más complejo, donde las amenazas cibernéticas evolucionan constantemente y los activos digitales se han vuelto esenciales para la operación y competitividad. En este escenario, invertir en ciberseguridad no solo protege, sino que también genera valor, mejora la resiliencia operativa y fortalece la confianza de clientes, socios e inversionistas.
El mercado global de ciberseguridad está en plena expansión. De acuerdo con Mordor Intelligence, se estima que alcanzará los 350.23 mil millones de dólares en 2029, partiendo de 234.01 mil millones en 2024, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 11.44%. Este crecimiento refleja una tendencia clara: las empresas están invirtiendo cada vez más en soluciones de seguridad digital, no solo como respuesta a amenazas, sino como parte integral de su estrategia de negocio. La inversión en ciberseguridad se ha convertido en un indicador de madurez tecnológica y compromiso con la sostenibilidad operativa.
Según Gartner, en este 2025 los líderes de seguridad deben demostrar cómo sus programas de ciberseguridad generan valor empresarial, más allá de la protección técnica. Esto implica una evolución del enfoque tradicional hacia una visión de resiliencia cibernética, donde la seguridad se integra en la transformación digital, la gestión de riesgos colaborativa y la toma de decisiones estratégicas. Las organizaciones que adoptan este enfoque no solo están mejor preparadas para enfrentar incidentes, sino que también pueden aprovechar la seguridad como un diferenciador competitivo.
El informe global de Fortinet sobre tecnología operacional muestra una correlación directa entre la madurez en ciberseguridad y la reducción de incidentes. Las organizaciones que alcanzaron el nivel más alto de madurez reportaron 65% menos intrusiones en 2025, en comparación con el 46% en niveles bajos. Este dato evidencia que invertir en procesos, tecnologías y talento especializado en ciberseguridad reduce el riesgo operativo, mejora la continuidad del negocio y permite una respuesta más eficiente ante amenazas.
El informe Cost of a Data Breach 2025 de IBM revela que el costo promedio global de una filtración de datos fue de 4.4 millones de dólares. Sin embargo, las organizaciones que implementaron inteligencia artificial en sus sistemas de seguridad lograron ahorros de hasta 1.9 millones. Esto demuestra que invertir en tecnologías avanzadas no solo mejora la capacidad de detección y respuesta, sino que también reduce significativamente los costos derivados de incidentes, incluyendo pérdida de reputación, sanciones regulatorias y pérdida de clientes.
Con base al estudio de forrester sobre el impacto económico total (Total Economic Impact™) de Akamai Guardicore Segmentation sobre microsegmentación muestra que se puede generar un retorno de inversión de hasta 152%, al reducir esfuerzos de gestión de incidentes, optimizar recursos y mejorar la visibilidad de red. Además, se estima un ahorro de 2.9 millones de dólares al eliminar sistemas heredados y una reducción del 33% en personal necesario para operaciones de ciberseguridad. Estos datos confirman que la inversión en seguridad digital puede ser cuantificable y rentable, especialmente cuando se implementan soluciones escalables y automatizadas.
La evidencia es contundente: la ciberseguridad no es solo una medida defensiva, sino una inversión estratégica que permite a las organizaciones reducir riesgos financieros y operativos, mejorar la reputación y confianza del cliente, optimizar recursos humanos y tecnológicos, facilitar la transformación digital segura y aumentar el retorno sobre inversión. Las empresas que priorizan la ciberseguridad están mejor posicionadas para enfrentar los desafíos del futuro, proteger sus activos más valiosos y capitalizar nuevas oportunidades en un entorno digital cada vez más competitivo. En este sentido, la seguridad deja de ser un costo y se convierte en un activo estratégico, capaz de impulsar el crecimiento, la innovación y la sostenibilidad empresarial.
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